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Indudablemente toda persona posee determinados derechos fundamentales las cuales se deben manifestarse e interpretarse de acuerdo a su defensa prefijada en la constitución. El hombre es un ser histórico y social, por ende la interacción entre los hombres es vital y significa compartir unas mismas formas lingüísticas y simbólicas, con el fin de llegar a una comprensión común. De esta manera la faceta comunicativa del hombre conlleva a la posibilidad de informar, expresar opinar y difundir sus ideas en cualquier medio de comunicación social. Nuestra constitución garantiza este derecho siempre y cuando no obstaculice otros derechos fundamentales.
De acuerdo a lo leído, podemos dar a conocer que muchas veces como se sabe, la libertad de expresión y la libertad de información en nuestro sistema son derechos fortalecidos, por tanto, son objeto de una especial protección. Ahora podemos decir que la libertad de opinión es otra forma de comunicación muy esencial para la participación ciudadana pero de un modo subjetivo y valorativo, de acuerdo con la ideología, creencias y valores de la persona, además que la opinión se ha vuelto necesaria para que exista democracia y participación, igualmente la multitud de opiniones y su derecho. Un claro ejemplo lo apreciamos en diferentes programas radiales peruanos en la que la opinión del ciudadano importa, atendiendo sus inquietudes y fortaleciendo aún más la libre expresión en el Perú, siempre y cuando no se denigre ni agravie la reputación de una persona ni insultarla por ningún motivo. La pregunta que nos hacemos es¿ cuánto ajuste puede aguantar una democracia y cuánta pobreza puede soportar la libertad?. No hay civilización sin opinión pública, nunca como ahora hizo tanta falta escucharla.
Internacionalmente tenemos un caso europeo sobre la libertad de difusión, la cual está basada en la pasada difusión de una caricatura del profeta “Mahoma” en un periódico danese. Ante esto pensamos que la sociedad europea no debería rendirse ante las exigencias islámicas de regular la difusión de imágenes hacia su religión. La libertad de expresión no puede entenderse a medias y la sociedad democrática no debe aceptar rebajas en sus derechos. Si el régimen musulmán no se queda aún preso en su mirada por sus gobiernos autoritarios ni por los presos de Guantánamo, en su mayoría musulmanes, ni por el trato discriminatorio que sufren las mujeres musulmanas en sus sociedades, sino ¡por un dibujo!. Nos interrogamos ¿Realmente una caricatura en un periódico constituye la principal preocupación del Islam actual? No lo creo, pero si fuera así, pueden quedarse tranquilos: al menos en los próximos 30 años, nadie en Europa se atreverá a publicar un dibujo de Mahoma. La libertad de expresión y de crítica es mucho más que un valor occidental, es un derecho humano, recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal. Eso significa que no sólo los occidentales debemos aspirar a ejercerla al máximo, sino que también debemos luchar para que se haga extensible a todo el planeta. No hay excepción cultural ni religiosa cuando hablamos de derechos humanos. Porque a las imágenes televisivas de odio les suceden los discursos rebuscados apelando al respeto, sin que nadie recuerde que los clérigos no buscan ser respetados sino temidos.
De acuerdo a lo leído, podemos dar a conocer que muchas veces como se sabe, la libertad de expresión y la libertad de información en nuestro sistema son derechos fortalecidos, por tanto, son objeto de una especial protección. Ahora podemos decir que la libertad de opinión es otra forma de comunicación muy esencial para la participación ciudadana pero de un modo subjetivo y valorativo, de acuerdo con la ideología, creencias y valores de la persona, además que la opinión se ha vuelto necesaria para que exista democracia y participación, igualmente la multitud de opiniones y su derecho. Un claro ejemplo lo apreciamos en diferentes programas radiales peruanos en la que la opinión del ciudadano importa, atendiendo sus inquietudes y fortaleciendo aún más la libre expresión en el Perú, siempre y cuando no se denigre ni agravie la reputación de una persona ni insultarla por ningún motivo. La pregunta que nos hacemos es¿ cuánto ajuste puede aguantar una democracia y cuánta pobreza puede soportar la libertad?. No hay civilización sin opinión pública, nunca como ahora hizo tanta falta escucharla.
Internacionalmente tenemos un caso europeo sobre la libertad de difusión, la cual está basada en la pasada difusión de una caricatura del profeta “Mahoma” en un periódico danese. Ante esto pensamos que la sociedad europea no debería rendirse ante las exigencias islámicas de regular la difusión de imágenes hacia su religión. La libertad de expresión no puede entenderse a medias y la sociedad democrática no debe aceptar rebajas en sus derechos. Si el régimen musulmán no se queda aún preso en su mirada por sus gobiernos autoritarios ni por los presos de Guantánamo, en su mayoría musulmanes, ni por el trato discriminatorio que sufren las mujeres musulmanas en sus sociedades, sino ¡por un dibujo!. Nos interrogamos ¿Realmente una caricatura en un periódico constituye la principal preocupación del Islam actual? No lo creo, pero si fuera así, pueden quedarse tranquilos: al menos en los próximos 30 años, nadie en Europa se atreverá a publicar un dibujo de Mahoma. La libertad de expresión y de crítica es mucho más que un valor occidental, es un derecho humano, recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal. Eso significa que no sólo los occidentales debemos aspirar a ejercerla al máximo, sino que también debemos luchar para que se haga extensible a todo el planeta. No hay excepción cultural ni religiosa cuando hablamos de derechos humanos. Porque a las imágenes televisivas de odio les suceden los discursos rebuscados apelando al respeto, sin que nadie recuerde que los clérigos no buscan ser respetados sino temidos.